El séptimo sello
Ingmar Bergman
Suecia, 1957
Género: drama
En El séptimo sello, Ingmar Bergman plantea cuestiones y reflexiones universales. Toda persona, en algún momento de su vida, se ha planteado el tema de la muerte y la existencia de Dios. ¿A dónde vamos? ¿Qué hay después de la muerte? Estas son las interrogantes que aparecen en este film, torturando la mente del caballero Antonius Block (Max Von Sydow).
La historia se ubica en la Edad Media. Antonius regresa de las Cruzadas, después de 10 años y se encuentra con una Suecia desolada por la Peste Negra. Se le presenta, al comienzo de la película, la Muerte en persona. Y él le propone jugar un partido de ajedrez para alargar su vida al menos un poco, con el fin de encontrar sentido a su existencia. Si Antonius gana, la Muerte lo dejará irse. De lo contrario, lo llevará consigo.
El título de esta obra, El séptimo sello, fue tomado del libro del Apocalipsis de San Juan. Bergman aludió, en esta película, a las pinturas medievales que trataban la danza de la muerte y los días del Apocalipsis.
Aparecen varios elementos medievales en esta película. En palabras del propio director, El séptimo sello surgió “contemplando los motivos de pinturas medievales: los juglares, la peste, los flagelantes, la muerte que juega al ajedrez, las hogueras para quemar a las brujas y las Cruzadas. Esta película no pretende ser una imagen realista de Suecia en la Edad Media. Es un intento de poesía moderna, que traduce las experiencias vitales de un hombre moderno en una forma que trata muy libremente los hechos medievales. En el Medioevo los hombres vivían en el temor de la peste. Hoy viven en el temor de la bomba atómica. El séptimo sello es una alegoría con un tema muy sencillo: el hombre, su eterna búsqueda de Dios y la muerte como única certidumbre».
Aunque, a decir verdad, el hombre, la muerte y la eterna búsqueda de Dios no es un tema tan sencillo como asegura Bergman.
El séptimo sello tiene mucha simbología y metáfora. En primer lugar, el blanco y el negro aparecen bien contrastados. El negro representa la muerte y el blanco, la pureza y nobleza. Así vemos a Mia o mismo al caballero Antonius bien iluminados, lejos de la Muerte oscura. También el tablero de ajedrez con sus fichas blancas y negras son un claro símbolo de la vida y la muerte.
La Muerte, que se presenta en la figura de un hombre, se muestra como algo terrenal y corpóreo. Parece que Bergman quisiera decir que esa muerte no puede afectar al alma.
El caballero y su escudero son dos personajes antagónicos. Se contraponen y se complementan. El caballero está preocupado por encontrar a Dios, por saber qué hay detrás de la muerte, quiere estar preparado para ese momento; por el contrario, su escudero es más terrenal, quiere vivir la vida y disfrutar.
Los nombres del matrimonio de juglares son Jöf (José), Mia (María). Además, en un momento Jöf tiene una aparición de la Virgen María con el niño Jesús. Esta bondadosa pareja de juglares aparece muy feliz, junto a su hijo. Son personas que no se cuestionan la existencia de Dios. Simplemente lo dan por hecho. Son extremadamente creyentes, hasta el punto de tener una aparición de la Virgen María. Bergman, en definitiva, termina mostrando a esta pareja como la puramente feliz, la que se salva, la libre del pensamiento atormentador que tiene que soportar el caballero Antonius.
Las fresas que Mia le ofrece al caballero son símbolo de la juventud y el erotismo, por tanto, de la Vida.
La reflexión final es que la muerte es la única certeza que tiene el hombre. Además, esta muerte es la única que hace a todos los hombres iguales. Completamente iguales: ricos, pobres, nobles y plebeyos. Todos mueren, no hay distinción.