sábado, 8 de diciembre de 2007

El escape perfecto

El laberinto del fauno
Guillermo del Toro
España y México, 2006
Género: drama


Ciertos progresistas y positivistas consideraron que era cuestión de tiempo. Sí, a medida que los años pasaran, el hombre se haría más poderoso. Se conocería más, se viviría mejor, con todas las comodidades que uno pudiera imaginar. “En la era moderna (y ni que hablar la posmoderna) todo es más fácil”, pensaron (y algunos siguen pensando: la experiencia no les basta). Alimentarse, divertirse, pensar, matar: absolutamente todo es más fácil.

Pero resulta que ese modelo optimista, ingenuo y absolutamente estúpido se derrumbó con los desastres del siglo XX: las guerras mundiales, los genocidios, dictaduras fascistas y comunistas con sus respectivos asesinatos, etc. El mundo se pervirtió en cuestión de segundos, si lo comparamos con la historia de la humanidad.

Y a veces uno piensa en todos los pecados y delitos que se cometieron en ese maldito siglo, tan cercano, y se pregunta cómo pudo ser. Cómo pudo ser que se llevaran a cabo matanzas tan primitivas, dignas de un animal y no de un ser racional. O quizá dignas, sí, de un ser absolutamente racional, de la sinrazón de la razón. De la ausencia de alma.

En ese momento se puede llegar a pensar en lo que dijo Russeau: “El hombre es bueno por naturaleza”. Sí, es la sociedad la que lo pervierte. El hombre primitivo era bueno. La ambición por la grandeza y el olvido de las limitaciones humanas llevan a la soberbia. Y entonces, ¿son primitivas las masacres del siglo XX? No. Todo lo contrario. Son absolutamente coherentes con el contexto social y cultural en el que se encuentran. ¿Por qué la sorpresa, entonces?

Afortunadamente existen grietas en el sistema corrupto. Y esas grietas son personas que se paran frente a la injusticia, la mentira y la soberbia. Gente luchadora, valiente, perseverante, fantasiosa, sensible y con mucha imaginación.

Ahora cabe preguntarse por la inocencia. ¿Cómo actúa un niño inocente ante un mundo pervertido? Hay una escapatoria: la fantasía.

El laberinto del fauno se sitúa en 1944, en la España franquista. Ofelia, la niña protagonista de esta historia, se ve inmersa en un viaje por la fantasía, la única escapatoria del mundo real.

En ese laberinto de fantasía todo es posible. Las hadas, las llaves que abren misterios, las puertas, las entradas y salidas. ¿Es la fantasía la escapatoria perfecta para un niño? ¿Y para un adulto? ¿La muerte? Nunca el suicidio, sino la muerte digna de un luchador.

Ofelia está a medio camino entre el mundo infantil y el adulto, entre el mundo real y el de fantasía. Y así debe crecer de golpe y tomar como consuelo la escapatoria adulta, pero siempre entrelazada con su fantasía, su sueño: el único sitio en el mundo en donde hay color y alegría. Y así regresar a los orígenes, a la bondad, a la naturaleza pura. Sí, al primitivismo.