sábado, 3 de mayo de 2008

Por el camino de la verdad subjetiva



Matar a todos
Esteban Schröeder
Uruguay, Argentina y Chile, 2008


El cine uruguayo viene en ascenso cuantitativo y cualitativo. Las últimas películas que triunfaron en el extranjero retrataron, en su mayoría, al uruguayo medio (por no decir mediocre). Esta vez la historia es diferente: retratar a los héroes y villanos de una sociedad toda. Héroes, además, que existieron en serio. Héroes que fueron villanos para algunos y villanos que fueron héroes para otros.

Quizá la realidad sea más compleja que la ficción. Quizá no sea cuestión, simplemente, de buenos y malos. Porque en el mundo real todo es más complejo y ambigüo. Matar a todos es una mezcla entre ficción y realidad histórica, una consigna políticamente embrollada. Cuando la ficción entra, la objetividad puede y debe dejarse de lado. Es casi inevitable. El director del filme, Esteban Schröeder, estuvo 55 días detenido bajo torturas durante la dictadura militar uruguaya. Entonces, ¿es posible pedirle que su película sea objetiva?

El slogan de Matar a todos es: “La verdad duele, pero cura”. La historia refiere al caso del químico Eugenio Berríos, figura histórica que estuvo en el régimen de Pinochet fabricando armas químicas mortales para los opositores del autoritarismo. Para los comunistas. Años después, la Operación Cóndor promovida por Estados Unidos buscó silenciar todos estos hechos para no alborotar a la opinión pública. Fue así que se extraditó a Berríos de su tierra natal. Y se lo encontró en Uruguay, donde fue asesinado y hallado dos años después en una playa en El Pinar.

El gratificante resultado de este filme fue producto de una coproducción entre Argentina, Chile y Uruguay. Además estos tres países aparecerán muy involucrados en el desarrollo de la historia que se cuenta. Surgen datos reales, pero muchos personajes son ficticios.

Ciertos tradicionalistas románticos siguen alegando que el cine no es arte. Sin embargo, en los últimos años se ha consagrado cada vez como la séptima expresión artística. Matar a todos es una emocionante obra de arte. No sólo técnicamente (con planos perfectamente cuidados, muy uruguayos), sino también en cuanto a contenido. Es una puñalada al corazón, más allá de ideologías políticas. Una forma de expiación para el director y la sociedad toda. Es recuerdo para el olvido. Conciliación. Así afirmó Schröeder en el Festival de San Sebastián: “Es posible la reconciliación, pero por el camino de la verdad”. Ese este el objetivo de la película y lo refleja en cada minuto.

Matar a todos fue declarada de interés nacional por el gobierno uruguayo y se exhibió en el Salón de los Pazos Perdidos del Palacio Legislativo.

domingo, 6 de abril de 2008

Tremendas ganas


Hit
Claudia Abend y Adriana Loeff
Uruguay, 2008
Documental

La semana pasada vi Hit, el documental uruguayo que se estrenó hace cuestión de un mes, aproximadamente. La consigna era ver y escuchar a los músicos uruguayos y a esa selección (afortunadamente) subjetiva de las canciones que hicieron historia.

Hit enriquece el alma, emociona, enseña y hace reir. ¿Qué importa que falten más canciones, de esas que hicieron historia en Uruguay? Las directoras eligieron bien. La sensación a lo largo de la película es de querer que no acabe nunca. "Que Jaime Roos la cante en vivo", que los Ibarburu toquen algo, que el Canario Luna se anime a cantar.

Algún periodista preguntó por un segundo documental, una especie de continuación, de Hit 2. Y las directoras dijeron que no lo harían porque siempre se iba a mirar como "mejor" a la primera versión. Y yo estoy de acuerdo. (Aunque, claro, ¿quién no hubiera querido que se la jugaran por un Hit de los de ahora, de esas potenciales canciones que harán historia?). Lo cierto es que eso no pasa. Y al final de la película el sentimiento predominante es: "quiero más". Algunos dicen que eso es muy bueno. Creo que tienen razón.

miércoles, 20 de febrero de 2008

XI Festival Internacional de Cine de Punta del Este


El pasado domingo comenzó oficialmente el Festival de Cine de Punta del Este. La inauguración tuvo lugar en el Cantegril Country Club, con la presencia de las autoridades, algunos actores y directores nacionales e internacionales, la prensa y el público.

La sala desbordó de gente. No daban las sillas. Incluso un par de actores que se hicieron presentes en el evento llegaron a sentarse en los angostos pasillos del Cine Country. Un cine enorme, que conste. Quienes trabajaron todo un año por organizar este evento, mostraron una felicidad y agradecimiento tremendos.

En primer lugar, habló Carmen Surárez, la directora de Cultura, quien expresó que el objetivo del Festival era “democratizar” el cine. Es decir, que el buen cine llegue a todo el público y no sólo al cinéfilo intelectual. Por eso este año se suman a las exhibiciones en el Cine Libertador, Country, Liga de fomento y Conrad, el Cine Móvil, que pretende llegar a zonas más remotas de Maldonado.

Cuando llegó el turno de Martín Papich, el director del Instituto Nacional de Audiovisual, saludó especialmente a los actores uruguayos, presentes entre el público, Roxana Blanco (Matar a todos, Alma Mater) y César Troncoso (Matar a todos, El baño del Papa) por su importante aporte y estímulo al desarrollo del cine uruguayo.

Lo más destacado de la noche fueron los avances del próximo estreno uruguayo, Matar a todos de Esteban Schröeder (El viñedo). La presentación de la periodista Blanca Rodríguez emocionó mucho al director e hizo sentir orgullosos a los actores que participaron en ella: Troncoso, Roxana Blanco y Darío Grandineti (Argentina).

A primera vista, todo dice que Matar a todos es una crítica a un momento oscuro de la historia uruguaya. El director, Schröeder, recalcó en todo momento que contar esta historia fue, más que nada, una necesidad personal por hablar de algo de lo que todos temen hablar, una necesidad de recordar. También lo dijo Blanca Rodríguez: “Será el cine quien ayude a leudar un tema que no está tratado, que es la dictadura”. ¿Será el cine quien meta el dedo en la yaga hasta curarla a costumbre?

Schröeder contó al público presente que Matar a todos se exhibirá en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, frente a las autoridades del Gobierno (algo así como “mirar la verdad de frente”).

La actriz Roxana Blanco, por su parte, manifestó muy emocionada: “Haber trabajado en una obra así, dignifica mi trabajo como artista”. Y Darío Grandineti agradeció al Festival porque gracias a este tipo de emprendimientos, el cine independiente puede llegar a la gente. “Porque el circuito comercial saca de exhibición muy rápido a este tipo de películas”.

Cesar Troncoso habló de la vida del actor uruguayo, de las satisfacciones y las penas, y aseveró con ironía: “Todavía no pude dejar la oficina, pero vamo’ a ver que pasa”.


A los que puedan, les invito a que miren (con los ojos bien abiertos) todo lo que puedan de este Festival que promete mucho. Se exhibirán documentales y ficción, cortos y largometrajes. Yo sólo tuve tiempo de ver un par de documentales en el Conrad. El primero, Gelbard (que lo agarré empezado), pero estaba muy interesante. Y el segundo, Dos Hitleres de Ana Tipa. Este último es acerca de dos hombres del interior del Uruguay, que tienen algo en común: ambos se llaman Hitler. El documental se adentra en la vida de estas personas para ver cómo su nombre los ha condicionado y cómo es la reacción del resto de la gente ante semejante designación.

El Festival finaliza el próximo domingo 24 con la entrega de premios a las películas y documentales ganadores. Para quienes vayan el fin de semana a Punta del Este (o alrededores), recomiendo Tropa de Elite (Brasil) en el Cine Libertador, que acaba de ganar el Oso de oro en Berlín. Y después, bueno, empápense de cine.

lunes, 4 de febrero de 2008

La crítica predecible


Hairspray
Adam Shankman
Estados Unidos, 2007
Género: Musical

Hairspray, ambientado en los años 60, es un musical extraño. Digamos que los primeros 40 minutos son bastante tediosos, con un bonsái rellenito adolescente cantando la canción más optimista del Planeta, haciendo dedo a un camión para ir a clases, bailando por la calle y cantando a la vida (o a lo que ella cree que es la vida). Además hay que agregar que la voz de esta chica no es muy agradable a los oídos. No desafina, claro. Pero es esa sensación de que todo va a explotar en el instante en que se suba una sola rallita del volumen del televisor. No importa.

Protagonizan la película actores destacados de la gama de John Travolta, Michele Pfeiffer, Queen Latifah y Christopher Walken. Supongo que lo mejor, mejor de la peli fue ver a Walken intentando hacer unos pasos con Travolta (disfrazada de mamá gorda: realmente enorme).

La cosa es así: a Tracy, la gordita adolescente, se le presenta la oportunidad de ir a la audición por una vacante para bailar en su programa su favorito: The Corny Collins Show. Su padre (Christopher Walken), absolutamente romántico y meloso, la invita a que luche por sus sueños, aunque sabe que será difícil que la elijan. Su madre (John Travolta), otra gorda que sabe cómo pueden herir a su hija en ese mundo superficial, se ve más reacia a que participe. En el programa, unas chicas plásticas bailan con muchachos de hermosa sonrisa: todo a la misma medida, con pasos discretos y cánticos que rezan: “Somos los chicos amables de la ciudad”.

Tracy, no sé cómo, entra al programa y al conductor le gusta cómo baila (tiene el ejemplo de sus nuevos amigos negros del colegio, que conocen unos buenos pasos que los blancos ni siquiera podrían intentar hacer). Estamos en épocas de discriminación racial por parte del mismo Estado, que no deja que los negros vayan a la Universidad, por ejemplo. En el programa hay un “Día de los negros” en donde el baile discreto desaparece y se hace presente la alegría, el sudor y el verdadero movimiento. Las canciones cantadas por los blancos, al estilo publicidad de Sopas Campbell, se oponen a las voces magistrales de los negros como Queen Latifah cantando un pseudo gospel.

Y vuelve la discriminación y la crítica cinematográfica. Al final, Pfeiffer (la mala de la película) y compañía, deciden eliminar “el Día de los negros” del programa. Todos los negros se levantan en contra de la productora, en una marcha hacia el canal, donde serán arrestados por la policía. ¿Film político? No, no llega a tanto. Simplemente crítico, aunque desde la tapa se ven las intenciones. ¿Bizarro? No, tampoco. Podría serlo, pero le falta un poco para eso. La fórmula crítica, con más discreción, sutileza y mejores resultados, ya fue usada por Little Miss Sunshine.

El film es inverosímil. A la primera se notan esas intenciones del director de hacer algo poco realista y demasiado optimista para ser cierto. Pero cuando al espectador le cuesta creer lo que ve, hay algo que no funciona bien. La película se pone aburrida de a ratos, las canciones suenan muy parecidas entre sí y cansan. Y lo más importante: las relaciones entre los personajes resultan extrañas, inimaginables.

martes, 22 de enero de 2008

Haciendo historia

Elizabeth, la edad de oro
Shekhar Kapur
País: Reino Unido y Francia
Año: 2007


Elizabeth, la edad de oro muestra la faceta política, personal y familiar de la Reina Isabel I de Inglaterra. Como cuentan las fuentes históricas, Elizabeth fue una reina omnipresente: en el ámbito de la cultura (véase Teatro isabelino), la política interna y la internacional. También supo estar presente en la boca de todos: para bien o para mal. Fue la Reina odiada y amada. Amiga del pueblo, pero enemiga del catolicismo, Escocia y María de Estuardo, el matrimonio, Felipe II y España.

La Reina virgen, se dijo. El joven Estado de Virginia, en aquella colonia inglesa, aquel Paraíso grandilocuente, fue fundado en honor y alusión a la Reina. Dicen que no le gustaba hablar de matrimonio, que le desagradaba el hecho de compartir el poder con un Rey. Esto se usó en su contra para decir que la Reina era estéril, poco deseada por los hombres y otro tipo de rumores intencionales.

María de Estuardo perteneció a la familia de Elizabeth. El complicado árbol genealógico de esta familia incluye cantidad de medio hermanos, y seis esposas por parte de Enrique VIII, el padre de Elizabeth (hija del matrimonio con Ana Bolena, a quien asesinó por no darle un heredero varón). Enrique VIII pretendió divorciarse de una de sus mujeres con la aprobación de la Iglesia Católica. Pero esto no fue así. Tomás Moro, mártir católico que se opuso a ciertas medidas e ideas del Rey inglés, fue ejecutado en 1535. Así Inglaterra fundó su propia religión y su propia Iglesia: la Anglicana. Este es el antecedente de la Guerra Santa que explicita la película. Pero las imprecisiones históricas se hacen presentes e inevitables.

Elizabeth, la edad de oro es entretenida, dramática y conmovedora. Imposible no recalcar la excelente (como no podría ser de otra forma) actuación de Cate Blanchett en la interpretación de este personaje tan polifacético. Blanchett dejó ver una Elizabeth temperamental y sensible a la vez. Miedosa y decisiva: tajante. Cada expresión de amargura, de ira, de miedo y de amor fue perfecta.

Ahora cabe hablar de la historia del amor imposible y platónico que decide mostrar el director Shekhar Kapur. Se muestra la faceta humana y sensible de la Reina. Esto suele ser necesario en el cine para lograr la empatía con el espectador. Y está muy bien lograda. La película, así como la historia verídica de la Reina Elizabeth I, deja una duda enorme: ¿era Elizabeth la Reina virgen? ¿No tuvo ningún amor infiltrado por los pasillos de la Corte? En la película, la asistenta y amiga de la Reina, Bess (que, además, también se llama Elizabeth) representa a la Elizabeth liberada: fuera de los barrotes de la Corte, del poder y la responsabilidad, del destino de amar a su pueblo y a nadie más, ni siquiera a sí misma. Ese fue el destino de Elizabeth: el deber, la sonrisa y el amor al Pueblo.

¿Era Bess producto de la imaginación de Elizabeth? ¿Será que debió confesarse con su alma, con su conciencia y no con una tal Bess bonita? Bess pudo materializar todo lo que Elizabeth no pudo y añoró con toda el alma: encontrar el amor verdadero, tener un hijo, pensar en sí misma. Vivir.


P.D. Me cubro la espalda aclarando que no vi Elizabeth (1998) del mismo director y misma protagonista. Sé que muchos críticos dijeron que el guión era parecido, que el regreso era poco original y otras cosas por el estilo. Eso no lo sé. Yo vi sólo esta y de ahí viene este post. Así es la ignorancia. Prometo ver el antecedente y escribir algunas líneas al respecto. Continuará...