lunes, 4 de febrero de 2008

La crítica predecible


Hairspray
Adam Shankman
Estados Unidos, 2007
Género: Musical

Hairspray, ambientado en los años 60, es un musical extraño. Digamos que los primeros 40 minutos son bastante tediosos, con un bonsái rellenito adolescente cantando la canción más optimista del Planeta, haciendo dedo a un camión para ir a clases, bailando por la calle y cantando a la vida (o a lo que ella cree que es la vida). Además hay que agregar que la voz de esta chica no es muy agradable a los oídos. No desafina, claro. Pero es esa sensación de que todo va a explotar en el instante en que se suba una sola rallita del volumen del televisor. No importa.

Protagonizan la película actores destacados de la gama de John Travolta, Michele Pfeiffer, Queen Latifah y Christopher Walken. Supongo que lo mejor, mejor de la peli fue ver a Walken intentando hacer unos pasos con Travolta (disfrazada de mamá gorda: realmente enorme).

La cosa es así: a Tracy, la gordita adolescente, se le presenta la oportunidad de ir a la audición por una vacante para bailar en su programa su favorito: The Corny Collins Show. Su padre (Christopher Walken), absolutamente romántico y meloso, la invita a que luche por sus sueños, aunque sabe que será difícil que la elijan. Su madre (John Travolta), otra gorda que sabe cómo pueden herir a su hija en ese mundo superficial, se ve más reacia a que participe. En el programa, unas chicas plásticas bailan con muchachos de hermosa sonrisa: todo a la misma medida, con pasos discretos y cánticos que rezan: “Somos los chicos amables de la ciudad”.

Tracy, no sé cómo, entra al programa y al conductor le gusta cómo baila (tiene el ejemplo de sus nuevos amigos negros del colegio, que conocen unos buenos pasos que los blancos ni siquiera podrían intentar hacer). Estamos en épocas de discriminación racial por parte del mismo Estado, que no deja que los negros vayan a la Universidad, por ejemplo. En el programa hay un “Día de los negros” en donde el baile discreto desaparece y se hace presente la alegría, el sudor y el verdadero movimiento. Las canciones cantadas por los blancos, al estilo publicidad de Sopas Campbell, se oponen a las voces magistrales de los negros como Queen Latifah cantando un pseudo gospel.

Y vuelve la discriminación y la crítica cinematográfica. Al final, Pfeiffer (la mala de la película) y compañía, deciden eliminar “el Día de los negros” del programa. Todos los negros se levantan en contra de la productora, en una marcha hacia el canal, donde serán arrestados por la policía. ¿Film político? No, no llega a tanto. Simplemente crítico, aunque desde la tapa se ven las intenciones. ¿Bizarro? No, tampoco. Podría serlo, pero le falta un poco para eso. La fórmula crítica, con más discreción, sutileza y mejores resultados, ya fue usada por Little Miss Sunshine.

El film es inverosímil. A la primera se notan esas intenciones del director de hacer algo poco realista y demasiado optimista para ser cierto. Pero cuando al espectador le cuesta creer lo que ve, hay algo que no funciona bien. La película se pone aburrida de a ratos, las canciones suenan muy parecidas entre sí y cansan. Y lo más importante: las relaciones entre los personajes resultan extrañas, inimaginables.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo no sé para qué mierda leo críticas de películas que no vi y que tampoco me atraen... ¡Al final era una porquería! Lo único bueno es el maquillaje.

Un beso grande y gracias por visitarme.