sábado, 3 de mayo de 2008

Por el camino de la verdad subjetiva



Matar a todos
Esteban Schröeder
Uruguay, Argentina y Chile, 2008


El cine uruguayo viene en ascenso cuantitativo y cualitativo. Las últimas películas que triunfaron en el extranjero retrataron, en su mayoría, al uruguayo medio (por no decir mediocre). Esta vez la historia es diferente: retratar a los héroes y villanos de una sociedad toda. Héroes, además, que existieron en serio. Héroes que fueron villanos para algunos y villanos que fueron héroes para otros.

Quizá la realidad sea más compleja que la ficción. Quizá no sea cuestión, simplemente, de buenos y malos. Porque en el mundo real todo es más complejo y ambigüo. Matar a todos es una mezcla entre ficción y realidad histórica, una consigna políticamente embrollada. Cuando la ficción entra, la objetividad puede y debe dejarse de lado. Es casi inevitable. El director del filme, Esteban Schröeder, estuvo 55 días detenido bajo torturas durante la dictadura militar uruguaya. Entonces, ¿es posible pedirle que su película sea objetiva?

El slogan de Matar a todos es: “La verdad duele, pero cura”. La historia refiere al caso del químico Eugenio Berríos, figura histórica que estuvo en el régimen de Pinochet fabricando armas químicas mortales para los opositores del autoritarismo. Para los comunistas. Años después, la Operación Cóndor promovida por Estados Unidos buscó silenciar todos estos hechos para no alborotar a la opinión pública. Fue así que se extraditó a Berríos de su tierra natal. Y se lo encontró en Uruguay, donde fue asesinado y hallado dos años después en una playa en El Pinar.

El gratificante resultado de este filme fue producto de una coproducción entre Argentina, Chile y Uruguay. Además estos tres países aparecerán muy involucrados en el desarrollo de la historia que se cuenta. Surgen datos reales, pero muchos personajes son ficticios.

Ciertos tradicionalistas románticos siguen alegando que el cine no es arte. Sin embargo, en los últimos años se ha consagrado cada vez como la séptima expresión artística. Matar a todos es una emocionante obra de arte. No sólo técnicamente (con planos perfectamente cuidados, muy uruguayos), sino también en cuanto a contenido. Es una puñalada al corazón, más allá de ideologías políticas. Una forma de expiación para el director y la sociedad toda. Es recuerdo para el olvido. Conciliación. Así afirmó Schröeder en el Festival de San Sebastián: “Es posible la reconciliación, pero por el camino de la verdad”. Ese este el objetivo de la película y lo refleja en cada minuto.

Matar a todos fue declarada de interés nacional por el gobierno uruguayo y se exhibió en el Salón de los Pazos Perdidos del Palacio Legislativo.

domingo, 6 de abril de 2008

Tremendas ganas


Hit
Claudia Abend y Adriana Loeff
Uruguay, 2008
Documental

La semana pasada vi Hit, el documental uruguayo que se estrenó hace cuestión de un mes, aproximadamente. La consigna era ver y escuchar a los músicos uruguayos y a esa selección (afortunadamente) subjetiva de las canciones que hicieron historia.

Hit enriquece el alma, emociona, enseña y hace reir. ¿Qué importa que falten más canciones, de esas que hicieron historia en Uruguay? Las directoras eligieron bien. La sensación a lo largo de la película es de querer que no acabe nunca. "Que Jaime Roos la cante en vivo", que los Ibarburu toquen algo, que el Canario Luna se anime a cantar.

Algún periodista preguntó por un segundo documental, una especie de continuación, de Hit 2. Y las directoras dijeron que no lo harían porque siempre se iba a mirar como "mejor" a la primera versión. Y yo estoy de acuerdo. (Aunque, claro, ¿quién no hubiera querido que se la jugaran por un Hit de los de ahora, de esas potenciales canciones que harán historia?). Lo cierto es que eso no pasa. Y al final de la película el sentimiento predominante es: "quiero más". Algunos dicen que eso es muy bueno. Creo que tienen razón.

miércoles, 20 de febrero de 2008

XI Festival Internacional de Cine de Punta del Este


El pasado domingo comenzó oficialmente el Festival de Cine de Punta del Este. La inauguración tuvo lugar en el Cantegril Country Club, con la presencia de las autoridades, algunos actores y directores nacionales e internacionales, la prensa y el público.

La sala desbordó de gente. No daban las sillas. Incluso un par de actores que se hicieron presentes en el evento llegaron a sentarse en los angostos pasillos del Cine Country. Un cine enorme, que conste. Quienes trabajaron todo un año por organizar este evento, mostraron una felicidad y agradecimiento tremendos.

En primer lugar, habló Carmen Surárez, la directora de Cultura, quien expresó que el objetivo del Festival era “democratizar” el cine. Es decir, que el buen cine llegue a todo el público y no sólo al cinéfilo intelectual. Por eso este año se suman a las exhibiciones en el Cine Libertador, Country, Liga de fomento y Conrad, el Cine Móvil, que pretende llegar a zonas más remotas de Maldonado.

Cuando llegó el turno de Martín Papich, el director del Instituto Nacional de Audiovisual, saludó especialmente a los actores uruguayos, presentes entre el público, Roxana Blanco (Matar a todos, Alma Mater) y César Troncoso (Matar a todos, El baño del Papa) por su importante aporte y estímulo al desarrollo del cine uruguayo.

Lo más destacado de la noche fueron los avances del próximo estreno uruguayo, Matar a todos de Esteban Schröeder (El viñedo). La presentación de la periodista Blanca Rodríguez emocionó mucho al director e hizo sentir orgullosos a los actores que participaron en ella: Troncoso, Roxana Blanco y Darío Grandineti (Argentina).

A primera vista, todo dice que Matar a todos es una crítica a un momento oscuro de la historia uruguaya. El director, Schröeder, recalcó en todo momento que contar esta historia fue, más que nada, una necesidad personal por hablar de algo de lo que todos temen hablar, una necesidad de recordar. También lo dijo Blanca Rodríguez: “Será el cine quien ayude a leudar un tema que no está tratado, que es la dictadura”. ¿Será el cine quien meta el dedo en la yaga hasta curarla a costumbre?

Schröeder contó al público presente que Matar a todos se exhibirá en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, frente a las autoridades del Gobierno (algo así como “mirar la verdad de frente”).

La actriz Roxana Blanco, por su parte, manifestó muy emocionada: “Haber trabajado en una obra así, dignifica mi trabajo como artista”. Y Darío Grandineti agradeció al Festival porque gracias a este tipo de emprendimientos, el cine independiente puede llegar a la gente. “Porque el circuito comercial saca de exhibición muy rápido a este tipo de películas”.

Cesar Troncoso habló de la vida del actor uruguayo, de las satisfacciones y las penas, y aseveró con ironía: “Todavía no pude dejar la oficina, pero vamo’ a ver que pasa”.


A los que puedan, les invito a que miren (con los ojos bien abiertos) todo lo que puedan de este Festival que promete mucho. Se exhibirán documentales y ficción, cortos y largometrajes. Yo sólo tuve tiempo de ver un par de documentales en el Conrad. El primero, Gelbard (que lo agarré empezado), pero estaba muy interesante. Y el segundo, Dos Hitleres de Ana Tipa. Este último es acerca de dos hombres del interior del Uruguay, que tienen algo en común: ambos se llaman Hitler. El documental se adentra en la vida de estas personas para ver cómo su nombre los ha condicionado y cómo es la reacción del resto de la gente ante semejante designación.

El Festival finaliza el próximo domingo 24 con la entrega de premios a las películas y documentales ganadores. Para quienes vayan el fin de semana a Punta del Este (o alrededores), recomiendo Tropa de Elite (Brasil) en el Cine Libertador, que acaba de ganar el Oso de oro en Berlín. Y después, bueno, empápense de cine.

lunes, 4 de febrero de 2008

La crítica predecible


Hairspray
Adam Shankman
Estados Unidos, 2007
Género: Musical

Hairspray, ambientado en los años 60, es un musical extraño. Digamos que los primeros 40 minutos son bastante tediosos, con un bonsái rellenito adolescente cantando la canción más optimista del Planeta, haciendo dedo a un camión para ir a clases, bailando por la calle y cantando a la vida (o a lo que ella cree que es la vida). Además hay que agregar que la voz de esta chica no es muy agradable a los oídos. No desafina, claro. Pero es esa sensación de que todo va a explotar en el instante en que se suba una sola rallita del volumen del televisor. No importa.

Protagonizan la película actores destacados de la gama de John Travolta, Michele Pfeiffer, Queen Latifah y Christopher Walken. Supongo que lo mejor, mejor de la peli fue ver a Walken intentando hacer unos pasos con Travolta (disfrazada de mamá gorda: realmente enorme).

La cosa es así: a Tracy, la gordita adolescente, se le presenta la oportunidad de ir a la audición por una vacante para bailar en su programa su favorito: The Corny Collins Show. Su padre (Christopher Walken), absolutamente romántico y meloso, la invita a que luche por sus sueños, aunque sabe que será difícil que la elijan. Su madre (John Travolta), otra gorda que sabe cómo pueden herir a su hija en ese mundo superficial, se ve más reacia a que participe. En el programa, unas chicas plásticas bailan con muchachos de hermosa sonrisa: todo a la misma medida, con pasos discretos y cánticos que rezan: “Somos los chicos amables de la ciudad”.

Tracy, no sé cómo, entra al programa y al conductor le gusta cómo baila (tiene el ejemplo de sus nuevos amigos negros del colegio, que conocen unos buenos pasos que los blancos ni siquiera podrían intentar hacer). Estamos en épocas de discriminación racial por parte del mismo Estado, que no deja que los negros vayan a la Universidad, por ejemplo. En el programa hay un “Día de los negros” en donde el baile discreto desaparece y se hace presente la alegría, el sudor y el verdadero movimiento. Las canciones cantadas por los blancos, al estilo publicidad de Sopas Campbell, se oponen a las voces magistrales de los negros como Queen Latifah cantando un pseudo gospel.

Y vuelve la discriminación y la crítica cinematográfica. Al final, Pfeiffer (la mala de la película) y compañía, deciden eliminar “el Día de los negros” del programa. Todos los negros se levantan en contra de la productora, en una marcha hacia el canal, donde serán arrestados por la policía. ¿Film político? No, no llega a tanto. Simplemente crítico, aunque desde la tapa se ven las intenciones. ¿Bizarro? No, tampoco. Podría serlo, pero le falta un poco para eso. La fórmula crítica, con más discreción, sutileza y mejores resultados, ya fue usada por Little Miss Sunshine.

El film es inverosímil. A la primera se notan esas intenciones del director de hacer algo poco realista y demasiado optimista para ser cierto. Pero cuando al espectador le cuesta creer lo que ve, hay algo que no funciona bien. La película se pone aburrida de a ratos, las canciones suenan muy parecidas entre sí y cansan. Y lo más importante: las relaciones entre los personajes resultan extrañas, inimaginables.

martes, 22 de enero de 2008

Haciendo historia

Elizabeth, la edad de oro
Shekhar Kapur
País: Reino Unido y Francia
Año: 2007


Elizabeth, la edad de oro muestra la faceta política, personal y familiar de la Reina Isabel I de Inglaterra. Como cuentan las fuentes históricas, Elizabeth fue una reina omnipresente: en el ámbito de la cultura (véase Teatro isabelino), la política interna y la internacional. También supo estar presente en la boca de todos: para bien o para mal. Fue la Reina odiada y amada. Amiga del pueblo, pero enemiga del catolicismo, Escocia y María de Estuardo, el matrimonio, Felipe II y España.

La Reina virgen, se dijo. El joven Estado de Virginia, en aquella colonia inglesa, aquel Paraíso grandilocuente, fue fundado en honor y alusión a la Reina. Dicen que no le gustaba hablar de matrimonio, que le desagradaba el hecho de compartir el poder con un Rey. Esto se usó en su contra para decir que la Reina era estéril, poco deseada por los hombres y otro tipo de rumores intencionales.

María de Estuardo perteneció a la familia de Elizabeth. El complicado árbol genealógico de esta familia incluye cantidad de medio hermanos, y seis esposas por parte de Enrique VIII, el padre de Elizabeth (hija del matrimonio con Ana Bolena, a quien asesinó por no darle un heredero varón). Enrique VIII pretendió divorciarse de una de sus mujeres con la aprobación de la Iglesia Católica. Pero esto no fue así. Tomás Moro, mártir católico que se opuso a ciertas medidas e ideas del Rey inglés, fue ejecutado en 1535. Así Inglaterra fundó su propia religión y su propia Iglesia: la Anglicana. Este es el antecedente de la Guerra Santa que explicita la película. Pero las imprecisiones históricas se hacen presentes e inevitables.

Elizabeth, la edad de oro es entretenida, dramática y conmovedora. Imposible no recalcar la excelente (como no podría ser de otra forma) actuación de Cate Blanchett en la interpretación de este personaje tan polifacético. Blanchett dejó ver una Elizabeth temperamental y sensible a la vez. Miedosa y decisiva: tajante. Cada expresión de amargura, de ira, de miedo y de amor fue perfecta.

Ahora cabe hablar de la historia del amor imposible y platónico que decide mostrar el director Shekhar Kapur. Se muestra la faceta humana y sensible de la Reina. Esto suele ser necesario en el cine para lograr la empatía con el espectador. Y está muy bien lograda. La película, así como la historia verídica de la Reina Elizabeth I, deja una duda enorme: ¿era Elizabeth la Reina virgen? ¿No tuvo ningún amor infiltrado por los pasillos de la Corte? En la película, la asistenta y amiga de la Reina, Bess (que, además, también se llama Elizabeth) representa a la Elizabeth liberada: fuera de los barrotes de la Corte, del poder y la responsabilidad, del destino de amar a su pueblo y a nadie más, ni siquiera a sí misma. Ese fue el destino de Elizabeth: el deber, la sonrisa y el amor al Pueblo.

¿Era Bess producto de la imaginación de Elizabeth? ¿Será que debió confesarse con su alma, con su conciencia y no con una tal Bess bonita? Bess pudo materializar todo lo que Elizabeth no pudo y añoró con toda el alma: encontrar el amor verdadero, tener un hijo, pensar en sí misma. Vivir.


P.D. Me cubro la espalda aclarando que no vi Elizabeth (1998) del mismo director y misma protagonista. Sé que muchos críticos dijeron que el guión era parecido, que el regreso era poco original y otras cosas por el estilo. Eso no lo sé. Yo vi sólo esta y de ahí viene este post. Así es la ignorancia. Prometo ver el antecedente y escribir algunas líneas al respecto. Continuará...

sábado, 8 de diciembre de 2007

El escape perfecto

El laberinto del fauno
Guillermo del Toro
España y México, 2006
Género: drama


Ciertos progresistas y positivistas consideraron que era cuestión de tiempo. Sí, a medida que los años pasaran, el hombre se haría más poderoso. Se conocería más, se viviría mejor, con todas las comodidades que uno pudiera imaginar. “En la era moderna (y ni que hablar la posmoderna) todo es más fácil”, pensaron (y algunos siguen pensando: la experiencia no les basta). Alimentarse, divertirse, pensar, matar: absolutamente todo es más fácil.

Pero resulta que ese modelo optimista, ingenuo y absolutamente estúpido se derrumbó con los desastres del siglo XX: las guerras mundiales, los genocidios, dictaduras fascistas y comunistas con sus respectivos asesinatos, etc. El mundo se pervirtió en cuestión de segundos, si lo comparamos con la historia de la humanidad.

Y a veces uno piensa en todos los pecados y delitos que se cometieron en ese maldito siglo, tan cercano, y se pregunta cómo pudo ser. Cómo pudo ser que se llevaran a cabo matanzas tan primitivas, dignas de un animal y no de un ser racional. O quizá dignas, sí, de un ser absolutamente racional, de la sinrazón de la razón. De la ausencia de alma.

En ese momento se puede llegar a pensar en lo que dijo Russeau: “El hombre es bueno por naturaleza”. Sí, es la sociedad la que lo pervierte. El hombre primitivo era bueno. La ambición por la grandeza y el olvido de las limitaciones humanas llevan a la soberbia. Y entonces, ¿son primitivas las masacres del siglo XX? No. Todo lo contrario. Son absolutamente coherentes con el contexto social y cultural en el que se encuentran. ¿Por qué la sorpresa, entonces?

Afortunadamente existen grietas en el sistema corrupto. Y esas grietas son personas que se paran frente a la injusticia, la mentira y la soberbia. Gente luchadora, valiente, perseverante, fantasiosa, sensible y con mucha imaginación.

Ahora cabe preguntarse por la inocencia. ¿Cómo actúa un niño inocente ante un mundo pervertido? Hay una escapatoria: la fantasía.

El laberinto del fauno se sitúa en 1944, en la España franquista. Ofelia, la niña protagonista de esta historia, se ve inmersa en un viaje por la fantasía, la única escapatoria del mundo real.

En ese laberinto de fantasía todo es posible. Las hadas, las llaves que abren misterios, las puertas, las entradas y salidas. ¿Es la fantasía la escapatoria perfecta para un niño? ¿Y para un adulto? ¿La muerte? Nunca el suicidio, sino la muerte digna de un luchador.

Ofelia está a medio camino entre el mundo infantil y el adulto, entre el mundo real y el de fantasía. Y así debe crecer de golpe y tomar como consuelo la escapatoria adulta, pero siempre entrelazada con su fantasía, su sueño: el único sitio en el mundo en donde hay color y alegría. Y así regresar a los orígenes, a la bondad, a la naturaleza pura. Sí, al primitivismo.

jueves, 15 de noviembre de 2007

La coherencia y credibilidad en Frida


Frida, naturaleza viva
Paul Leduc
1984, México
Género: drama

Frida
Julie Taymor
2002, Estados Unidos
Género: drama

Frida, naturaleza viva (1984) y Frida (2002) cuentan la tormentosa vida y la obra de Frida Kahlo. Si bien son muy distintas, hay una cierta coherencia en los hechos que tratan ambas películas, aunque una de ellas prefiere profundizar en unos y otra, en otros.

Se habla de Frida y la pintura, Frida y Diego Rivera, Frida y los hombres, Firda y el comunismo y la obra social y, por último, Frida y Trotsky. Todas tienen, al menos, un poco de estos temas.

El ritmo pausado y la narración caótica de Frida, naturaleza viva la hacen especial, diferente, tal como la vida y obra de Frida. Parece que en la primera versión hubiese una minuciosa preocupación por el detalle. El detalle histórico, algo muy necesario para la tranquilidad mental del espectador.

En cambio, Frida de Salma Hayek tiene otra velocidad. Exactamente la velocidad del siglo XXI. A esta altura, una película con tantas pretensiones (a libre criterio) no podría lograrse de otra forma. Y no está mal. También tiene sus puntos a favor. Como la Fotografía de Prieto (el mismo de 21 gramos y Babel). Si hay algo que recuerdo con claridad de esta película, es la fotografía.

Ambas muestran la vida apasionada de la protagonista, pero en la versión de Salma Hayek hay exageración. De esas exageraciones que hacen pensar en las películas taquilleras. Lo que, repito, no significa que esté mal. Es una constante en el cine que vuelve a versionarse con el correr de los años. Posiblemente sea producto del cambio social, de los tabúes cada vez más ausentes. O quizá sea sólo una cuestión de moneda (como decían Los Rodríguez).

Finalmente, en la primera versión hay coherencia. Coherencia en la forma y contenido de la película y la vida de Frida Kahlo. Eso no pasa, precisamente, en la versión hollywoodense de Salma Hayek, en la que todo parece tomado de alfileres, con mucha superficialidad y, por tanto, poco creíble.

martes, 13 de noviembre de 2007

La política y el cine de los '80


En el campo de la Política muchas dictaduras finalizaron en seguidilla, entre ellas las de Perú (1980), Bolivia (1982), Argentina (1983), Uruguay (1984), Brasil (1985), Filipinas (1986), Haití (1986), Paraguay (1989) y Chile (1989). Mikkhail Gorbachov llegó al Kremlim en 1985 e inició con la perestroika y la glasnot una revolución que iba a conmover los fundamentos de la URSS y del comunismo europeo. Uno por uno fueron cayendo los gobiernos comunistas de Europa Oriental. La caída del muro de Berlín en 1989 fue el símbolo del derrumbe del comunismo. Otra ideología que cayó a finales de esta década fue la del apartheid (segregación racial) en Sudáfrica.
En Pakistán Benazir Bhutto se constituyó en la primera mujer musulmana en llegar a la jefatura de un gobierno.

En lo referente a conflictos bélicos, mientras las relaciones entre Israel y Egipto se normalizaban con la devolución del Sinaí a Egipto en 1982, se daba la victoria británica en la Guerra de las Malvinas. Washington se embarcó en aventuras agresivas en Granada, Líbano, Libia, Nicaragua y Panamá. Tropas soviéticas invadieron Afganistán en 1980. En 1988 termina un sangrienta guerra entre Irak e Irán, guerra que duró 8 años y dio cuenta de al menos un millón de muertos. Los disturbios sociales estuvieron a la orden del día, se dieron verdaderos masacres en América Central, Medio Oriente y China.

Aprovechando la distancia tecnológica que separaba a los Estados Unidos de la URSS, el presidente Ronald Reagan anunció el desarrollo de un nuevo sistema de defensa contra un hipotético ataque nuclear soviético, que consistía en una especie de escudo protector basado en la Tierra y en el espacio, y que hacía un amplio uso de la capacidad satelital. A esta aplicación de la tecnología para la defensa militar se la denominó la "Guerra de las Galaxias".

Esta década dejó muchas muertes, asesinatos y catástrofes, cabe resaltar el fallecimiento de: Jean-Paul Sartre, el psicólogo Piaget (1980), el pintor Joan Miró (1983) y el asesinato de John Lennon (1980). Y catástrofes como: la tragedia en Bhopal (India - 1984) cuando una nube de gas tóxico se escapó de un tanque de pesticidas, matando a 4.000 personas y afectando a más de 200.000, en el accidente industrial más grande de la historia; las hambrunas en los países africanos; el anuncio de la reducción de la capa de ozono (1985); el devastador terremoto que azotó a la Ciudad de México (1985); la explosión de un reactor nuclear en la planta de Chernobyl (1986), años después los expertos calcularon en 40.000 los casos de cáncer y en 6.500 las muertes producidas a lo largo del tiempo por los efectos de la contaminación.

En el aspecto de la economía, los países industrializados rechazaban el modelo Keynessiano que se apoyaba en los gastos del Estado para estimular el consumo, y escogieron la economía neoliberal fundamentada en desatar al sector privado de constricciones burocráticas e impuestos excesivos.
Para América Latina ésta fue la "década perdida", se juntaron el desempleo, hiperinflaciones, deuda externa por las nubes, la insalubridad, la violencia social, el narcotráfico y la contaminación ambiental.

En el área del cine de los 80, películas como Blade Runner, Terminator, Batman, Indiana Jones, E.T. y Back to the future fueron algunos de los éxitos de taquilla. ¿Cómo influyó la política y economía de los 80 en el cine? Esto puede verse en la violencia de ciertas películas, que luego la década de los 90 recibirá con un mayor grado. De todas formas, los conflictos, guerras y asesinatos internacionales influyeron en películas como Terminator.

Con respecto a la capa de ozono y el comienzo de la era de catástrofes ambientales como el de Chernobyl pudieron haber influido en películas asociadas a la ciencia ficción y el futuro. Aquí se puede ejemplificar muy bien con Blade Runner.

Por supuesto que en Terminator, Blade Runner y Back to the future hay una gran presencia de la tecnología. Quizá la aplicación de la tecnología para la defensa militar (Reagan vs. URSS) hayan sido una influencia para las dos primeras películas.

Se puede decir entonces que en el cine de los años 80, al igual que en la política internacional, se cometen excesos y mucha violencia.

domingo, 4 de noviembre de 2007

La sociedad para Scorsese

Taxi driver
Martin Scorsese
Estados Unidos, 1976
Género: drama

Después de hora
Martin Scorsese
Estados Unidos, 1985
Género: drama


Martin Scorsese muestra una visión crítica de la sociedad neoyorquina de los 70 con Taxi driver. Como lo dice el personaje de Robert de Niro: las calles de New York están llenas de basura. En esta película se perciben prejuicios, racismo y mucha intolerancia. La prostitución, las diferentes etnias y los homosexuales son, para el taxista demente, la basura de las calles neoyorquinas.

Algo bastante irónico es que, el resto de los taxistas compañeros de de Niro, aparentemente cuerdos, piensan como él y tienen los mismos prejuicios. La única diferencia es que no llegan a cometer el crimen para plasmar sus ideas intolerantes. Quizá de Niro sí lo haya cometido por su experiencia de Vietnam: acción rápida y sin pensamiento.

Scorsese muestra que no sólo un demente veterano de Vietnam puede pensar así. Es toda la sociedad la que funciona mal. También la política. Ya en un principio, el dueño de la empresa de taxis le pregunta a de Niro: “¿Llevas a negros, prostitutas, etc?” Y de Niro responde que sí. Era de los pocos que se metían por lugares “peligrosos” de la ciudad.

Sus compañeros de trabajo se burlan de él por esto. Y hasta lo miran asombrados. Piensan que necesita dinero y no le interesan sus condiciones laborales a cambio de algún centavo. Pero la verdad es que no puede dormir. Y hace cualquier cosa para matar el tiempo y salir del infierno del recuerdo del horror.

Se puede decir que es la sociedad la que lo pervierte. Un compañero le ofrece el teléfono de un vendedor ilegal de armas. Otro señor le cuenta que va a matar a su esposa por haberlo engañado, etc.

La sociedad arruina al ser humano. La masa lleva a la perdición. También la guerra y la política. Esa es la visión que plantea Scorsese en Taxi driver.

En After hour la sociedad arruina a un ser humano corriente, trabajador y tranquilo. Hay un desquite arbitrario de la sociedad de Soho.

En todo momento el protagonista actúa de buena fe. Y todos sus actos benévolos lo llevan a meterse, cada vez más, en problemas. Como dice el empleado de uno de los cafés, a la madrugada: “Después de hora las reglas de juego cambian” (o algo así). Y justamente es eso lo que pasa en esta película. Es una historia retorcida e irónica en la que todos los actos buenos parecen malos y causan cada vez más problemas para el protagonista.

Provoca que el espectador desee que el protagonista actúe de mala fe porque sabe que, de lo contrario, estará en problemas. Que no vuelva a la casa de la suicida a devolverle su escultura, que no vuelva a la casa de la mesera con peinado raro. Pero él, como bueno hombre, regresa y cae, una vez más.

El arte de Kim Ki-duk


Parece que el castigo se convirtió en descubrimiento. Y qué descubrimiento. Kim Ki-duk, el surcoreano vanguardista y experimental cineasta, tiene la capacidad de dejar al espectador con los ojos bien abiertos. Desencadenamientos y finales impredecibles: nada mejor que eso.

Las tres películas (Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera, Hierro 3 y El tiempo) son bien distintas. Primavera, verano… refleja las diferencias culturales. Muestra un mundo extraño a Occidente. Pero también muestra que a esa paz y tranquilidad, hábitos adquiridos por la educación oriental, puede perturbarse con el mundo civilizado. La sociedad civilizada pervierte al ser humano. Algo así como lo que decía Russeau: el hombre es bueno por naturaleza.

Con respecto a Hierro 3 debo destacar la excelencia en todo aspecto. La música llena cada escena de perfección absoluta. La expresividad en los rostros mudos de los protagonistas también es genial. Es ingeniosa, original y, sobre todo, tierna. Una buena idea plasmada con mucha creatividad. Este drama romántico, y además con final feliz e impredecible, demuestra que no todas las películas románticas tienen por qué ser cursis.

Ahora El tiempo, la que se encuentra más fresca en mi memoria. Impresionante. Resulta que le conté a un amigo de qué trataba y me dijo: “¿Estás segura que no era una de Tom Cruise o Denzel Washintong?”. Ahí noté que la historia, contada de otra forma, podría haber sido una película del montón. Hasta parecía superficial que una chica se hiciera una cirugía estética para cambiarse la cara porque teme que a su novio no le guste. Pero la película es mucho más que eso. Es el escalofriante tiempo. Ya al saber el título del film supuse que sería un drama morboso. Y así lo fue. Morboso, como el tiempo.