miércoles, 20 de febrero de 2008

XI Festival Internacional de Cine de Punta del Este


El pasado domingo comenzó oficialmente el Festival de Cine de Punta del Este. La inauguración tuvo lugar en el Cantegril Country Club, con la presencia de las autoridades, algunos actores y directores nacionales e internacionales, la prensa y el público.

La sala desbordó de gente. No daban las sillas. Incluso un par de actores que se hicieron presentes en el evento llegaron a sentarse en los angostos pasillos del Cine Country. Un cine enorme, que conste. Quienes trabajaron todo un año por organizar este evento, mostraron una felicidad y agradecimiento tremendos.

En primer lugar, habló Carmen Surárez, la directora de Cultura, quien expresó que el objetivo del Festival era “democratizar” el cine. Es decir, que el buen cine llegue a todo el público y no sólo al cinéfilo intelectual. Por eso este año se suman a las exhibiciones en el Cine Libertador, Country, Liga de fomento y Conrad, el Cine Móvil, que pretende llegar a zonas más remotas de Maldonado.

Cuando llegó el turno de Martín Papich, el director del Instituto Nacional de Audiovisual, saludó especialmente a los actores uruguayos, presentes entre el público, Roxana Blanco (Matar a todos, Alma Mater) y César Troncoso (Matar a todos, El baño del Papa) por su importante aporte y estímulo al desarrollo del cine uruguayo.

Lo más destacado de la noche fueron los avances del próximo estreno uruguayo, Matar a todos de Esteban Schröeder (El viñedo). La presentación de la periodista Blanca Rodríguez emocionó mucho al director e hizo sentir orgullosos a los actores que participaron en ella: Troncoso, Roxana Blanco y Darío Grandineti (Argentina).

A primera vista, todo dice que Matar a todos es una crítica a un momento oscuro de la historia uruguaya. El director, Schröeder, recalcó en todo momento que contar esta historia fue, más que nada, una necesidad personal por hablar de algo de lo que todos temen hablar, una necesidad de recordar. También lo dijo Blanca Rodríguez: “Será el cine quien ayude a leudar un tema que no está tratado, que es la dictadura”. ¿Será el cine quien meta el dedo en la yaga hasta curarla a costumbre?

Schröeder contó al público presente que Matar a todos se exhibirá en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, frente a las autoridades del Gobierno (algo así como “mirar la verdad de frente”).

La actriz Roxana Blanco, por su parte, manifestó muy emocionada: “Haber trabajado en una obra así, dignifica mi trabajo como artista”. Y Darío Grandineti agradeció al Festival porque gracias a este tipo de emprendimientos, el cine independiente puede llegar a la gente. “Porque el circuito comercial saca de exhibición muy rápido a este tipo de películas”.

Cesar Troncoso habló de la vida del actor uruguayo, de las satisfacciones y las penas, y aseveró con ironía: “Todavía no pude dejar la oficina, pero vamo’ a ver que pasa”.


A los que puedan, les invito a que miren (con los ojos bien abiertos) todo lo que puedan de este Festival que promete mucho. Se exhibirán documentales y ficción, cortos y largometrajes. Yo sólo tuve tiempo de ver un par de documentales en el Conrad. El primero, Gelbard (que lo agarré empezado), pero estaba muy interesante. Y el segundo, Dos Hitleres de Ana Tipa. Este último es acerca de dos hombres del interior del Uruguay, que tienen algo en común: ambos se llaman Hitler. El documental se adentra en la vida de estas personas para ver cómo su nombre los ha condicionado y cómo es la reacción del resto de la gente ante semejante designación.

El Festival finaliza el próximo domingo 24 con la entrega de premios a las películas y documentales ganadores. Para quienes vayan el fin de semana a Punta del Este (o alrededores), recomiendo Tropa de Elite (Brasil) en el Cine Libertador, que acaba de ganar el Oso de oro en Berlín. Y después, bueno, empápense de cine.

lunes, 4 de febrero de 2008

La crítica predecible


Hairspray
Adam Shankman
Estados Unidos, 2007
Género: Musical

Hairspray, ambientado en los años 60, es un musical extraño. Digamos que los primeros 40 minutos son bastante tediosos, con un bonsái rellenito adolescente cantando la canción más optimista del Planeta, haciendo dedo a un camión para ir a clases, bailando por la calle y cantando a la vida (o a lo que ella cree que es la vida). Además hay que agregar que la voz de esta chica no es muy agradable a los oídos. No desafina, claro. Pero es esa sensación de que todo va a explotar en el instante en que se suba una sola rallita del volumen del televisor. No importa.

Protagonizan la película actores destacados de la gama de John Travolta, Michele Pfeiffer, Queen Latifah y Christopher Walken. Supongo que lo mejor, mejor de la peli fue ver a Walken intentando hacer unos pasos con Travolta (disfrazada de mamá gorda: realmente enorme).

La cosa es así: a Tracy, la gordita adolescente, se le presenta la oportunidad de ir a la audición por una vacante para bailar en su programa su favorito: The Corny Collins Show. Su padre (Christopher Walken), absolutamente romántico y meloso, la invita a que luche por sus sueños, aunque sabe que será difícil que la elijan. Su madre (John Travolta), otra gorda que sabe cómo pueden herir a su hija en ese mundo superficial, se ve más reacia a que participe. En el programa, unas chicas plásticas bailan con muchachos de hermosa sonrisa: todo a la misma medida, con pasos discretos y cánticos que rezan: “Somos los chicos amables de la ciudad”.

Tracy, no sé cómo, entra al programa y al conductor le gusta cómo baila (tiene el ejemplo de sus nuevos amigos negros del colegio, que conocen unos buenos pasos que los blancos ni siquiera podrían intentar hacer). Estamos en épocas de discriminación racial por parte del mismo Estado, que no deja que los negros vayan a la Universidad, por ejemplo. En el programa hay un “Día de los negros” en donde el baile discreto desaparece y se hace presente la alegría, el sudor y el verdadero movimiento. Las canciones cantadas por los blancos, al estilo publicidad de Sopas Campbell, se oponen a las voces magistrales de los negros como Queen Latifah cantando un pseudo gospel.

Y vuelve la discriminación y la crítica cinematográfica. Al final, Pfeiffer (la mala de la película) y compañía, deciden eliminar “el Día de los negros” del programa. Todos los negros se levantan en contra de la productora, en una marcha hacia el canal, donde serán arrestados por la policía. ¿Film político? No, no llega a tanto. Simplemente crítico, aunque desde la tapa se ven las intenciones. ¿Bizarro? No, tampoco. Podría serlo, pero le falta un poco para eso. La fórmula crítica, con más discreción, sutileza y mejores resultados, ya fue usada por Little Miss Sunshine.

El film es inverosímil. A la primera se notan esas intenciones del director de hacer algo poco realista y demasiado optimista para ser cierto. Pero cuando al espectador le cuesta creer lo que ve, hay algo que no funciona bien. La película se pone aburrida de a ratos, las canciones suenan muy parecidas entre sí y cansan. Y lo más importante: las relaciones entre los personajes resultan extrañas, inimaginables.